A media tarde alguien picó a mi puerta.
-Adelante- la puerta se abrió lentamente. De ella apareció Ángel.
-Estos son tus deberes.-dijo totalmente frío.- Me los ha dado tu compañera de pupitre-se le quebraba la voz.-Adiós…
-¡Espera!-él se giró hacia mí.-Lo siento mucho…
Se acercó y se sentó en mi cama. Tenía los ojos llorosos.
-Te escucho.
-Siento haber reaccionado así. Me has preguntado sobre Alberto y…
-Continua. Tú sigues enamorada de él, admítelo.
-Eso no es verdad.
-Sí que lo es, y tú lo sabes. Así que no me engañes.- se levantó de mi cama- Odio a los mentirosos. ¿Sabes? Eres la primera chica después de lo de mi padre…-y salió de mi habitación rápidamente, antes de que viera sus lágrimas.
Pero yo solo veía las mías… Entonces recordé algo que me dijo mi madre antes de irme de colonias <<si quieres a dos chicos a la vez, significa que en realidad no quieres a ninguno>>. No recuerdo el libro en el cuál decía lo mismo…
Les había hecho daño a los dos chicos que más quería… Por simples tonterías.
Salí corriendo de mi habitación, crucé al pasillo a toda prisa y entré como una tromba en la habitación de Ángel. Él estaba sentado en su cama con una guitarra entre las manos. Le quité la guitarra y la arrojé sobre la cama. Me senté sobre sus piernas, me acerqué lentamente y le besé y le volví a besar…
-Lo siento, siento todo lo que te he hecho-dije con una lágrima en mi mejilla- Te quiero…
Él me miró.
-¿Me quieres?- yo asentí
-¡Te quiero!- y él me besó, me besó con deseo…-te quiero más que a mi vida…
-Y yo a ti, mi vida. Y yo a ti…-dijo susurrando.
Pasamos un par de minutos así, besándonos, minutos que me parecieron horas… Me separé y le miré a los ojos, a esos ojos tan bonitos que tenía.
-¿Sabes tocar la guitarra?
-Desde que era un crío.
-¿Puedes tocar algo para mí?- él asintió y empezó a tocar una melodía dulce y acompasada.
Cerró los ojos y siguió tocando. Se distinguía muy bien aquella canción, <<Cuando me vaya>>, de melocos. La tocó genial, hasta pensaba que estaba en un concierto.
-¿Te ha gustado?-dijo cuando acabó.
-Por supuesto. Me tienes que enseñar…
-Toma-dijo poniendo su guitarra en mis manos.- te tienes que colocar así.-dijo cogiéndome por la cintura.-colocar la guitarra así…y los dedos aquí-puso mis dedos sobre los trastes y me miró a los ojos.
-¿Estoy bien puesta?
-Estás genial.
-Bueno, profe ¿qué me vas a enseñar?
-Um…No sé, no sé…
-¡Chicos, a cenar!-se oyó la voz de Ana des de la cocina
-¡Ya vamos!-dije- Ya me enseñarás otro día…-le dije mirándole fijamente.
-Cuando quieras, preciosa…-dijo rodeándome con sus brazos.
Me besó y bajamos juntos las escaleras, cogidos de la mano.
-Hola Irene.-la pequeña no respondió.
-Irene, te están hablando-dijo su madre.
-¡Son los dos unos mentirosos!-gritó.-Me prometieron que jugarían conmigo ayer y se fueron a dormir…-salió corriendo de la cocina.
-Ya voy yo-dijo su madre al ver que nos levantábamos.-Vosotros comed.
Nos miramos y empezamos a comer. No podía parar de pensar en Irene. Me levanté y fui hacia su habitación. Piqué a la puerta y, sin esperar respuesta, entré. La peque de la casa estaba tumbada en su cama y su madre intentaba hacerla entrar en razón.
-Irene, lo siento mucho.-dije sinceramente
-Venga Irene, vamos a cenar…-insistió su madre.
-Vale…-al final accedió y pudimos tener una cena más o menos normal.
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