domingo, 27 de febrero de 2011

¡Olvídame!

Salimos de casa a las 4 y media, ya que tardaríamos un poco en llegar. Subí a la parte trasera de la moto y me agarré muy fuerte a Ángel, tenía un poco de miedo. Cerré los ojos, me sentí suspendida en el aire y en el tiempo, sin poder abrir la boca para hablar, cómoda.
-Marina, ¿no te habrás dormido, verdad?-abrí los ojos de golpe.
Miré a mí alrededor y pude ver mi antiguo colegio, me vinieron a la mente un millón de recuerdos.
-Estoy despierta.-le dije intentando sonreír.
-¿Quieres entrar o nos esperamos aquí?
-Entrar.- Pasé entre los muros de lo que había sido mi colegio y me senté sobre las gradas, aquellas mismas donde me había arrepentido de salir corriendo después de besar a Alberto por primera vez.
-Veo que cumples tus promesas, fea-dijo una voz femenina a mis espaldas. La reconocí al instante.
-¡Vero!-grité abrazándola.
-Te he echado de menos…-dijo sin separarse de mí.
-Hola, guapa- dijo Elena detrás. Nos abrazamos las tres.
-¿Y yo, que? ¿No cuento, no?-se molestó entonces a Andrea.
-¡Que sí! Ven aquí, anda- Nos rodeamos todas y nos abrazamos.
-Te hemos echado de menos…Eh… ¿y este chico?
-Es mi… hermano, bueno, hermanastro, ¿no?-le miré interrogante.
Asintió, intentando sonreír, pero tenía los ojos tristes.
-Em…-me quedé paralizada- Estas son mis amigas.
-Déjame que adivine…Tú eres Verónica,-dijo señalando correctamente a la más movida del grupo- tú Elena –señaló a la más ligona del grupo.- y tú Andrea- la chica enrojeció, era la más tímida. El grupo silbó y aplaudió su determinación.
-Me gusta tú hermano, Marina-dijo Elena.-Está bueno…
-Tú lo has dicho, MI hermano-dije recalcándolo.
-Ni que fuera tu novio, chica…-dijo Verónica. Yo me puse roja y él miró hacia otro lado.
- ¿Sois…?
Ángel me miró y yo le di permiso con la mirada.
-Sí. Somos novios.-confirmó. Las chicas me miraron con un gesto de dolor y señalaron a mis espaldas... Me giré lentamente para ver lo que esperaba. ¡Era él! Las chicas se fueron para dejarme con ellos.
-Veo que te has olvidado pronto de mí…-dijo con los ojos rojos.
-Alberto, yo no…-tartamudeé.
-No, no quiero oír tus explicaciones. Me voy.-dio media vuelta, pero se volvió.- ¡Olvídame! ¡Ah, no, que eso ya lo has hecho!-Gritó con todo el dolor de su alma y salió corriendo.  Intenté ir detrás de él, pero algo me detuvo.
-Suéltame, Ángel- dije al borde de las lágrimas –lo tengo que arreglar…
-No, no te voy a dejar ir.-dijo con enfado en la cara- No voy a dejar que te hagas daño por ese chico.
-Yo me lo quiero hacer. Tú no me lo puedes impedir.-dije, ya llorando.
-¡No sólo te vas a hacer daño tu! ¡¿Yo no cuento?!
-Sí. ¡¡Pero yo le quiero!!- le grité a la cara.
Me deshice de mis “esposas” y salí corriendo tras Alberto. No lo alcanzaba. Dejé de correr y giré por la primera calle que vi, rompí en sollozos. ¡Era Alberto! Estaba…Estaba besando a Teresa y la abrazaba… ¡No me lo podía creer! Empecé a correr sin dirección fija, mirando al suelo para evitar que nadie me reconociera ni se diera cuenta de que estaba llorando.
De repente, frené en seco. Había llegado a una placita muy bonita, que casi nadie conocía. La plaza de los besos, así la llamaba yo. Era la plaza donde me había besado por primera vez con un chico, con Héctor, mas tarde con Miguel y luego con Alberto. Y también era la plaza donde se había acabado con Héctor y con Miguel.
Me senté en el banco dónde había empezado todo. Y seguí llorando, desconsolada. No podía con todo aquello, no podía…
De repente, el corazón se me paró en seco y caí desmayada al suelo.
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Como compensación a no haber colgado nada durante la semana, ¡doble ración de capitulos!
Espero que os guste. Se ha quedado con mucho misterio... A esta chica le pasa de todo. Pronto descubrireis que le pasará....k misterio...xd
Anitah!

Te quiero...

-Bueno yo me voy por aquí…-besó a Irene en la mejilla.-Adiós preciosa-me besó en los labios.
-A-Adiós, Ángel.
Proseguimos nuestro camino y llegamos muy rápido, demasiado para mí gusto. Saludé a mi compañera.
-Hola, María. Gracias por darle los deberes a mí… hermano- sonaba raro llamarlo así.
-De nada, no me costó.-hubo un pequeño silencio- Sabes quién es un tal Mario?
-Em.…-pensé- creo que no, pero me suena…
-Es ese -me señaló a un chaval alto, rubio y con ojos claros.-ayer, me dijo… que está enamorado de ti.
-¿En serio?-ella asintió
- Me lo dijo porque… bueno, es mi hermano. Nos lo contamos todo.-Me sorprendí.
-¿Es tu hermano? No os parecéis mucho…
-Ya, en el físico no, pero en personalidad… nos gustan las mismas cosas
-Bueno, yo no le conozco, no puedo saber si me gusta… ¿Me lo presentas?
-Claro.-Se levantó y yo le seguí.- ¡Mario!- el chaval rubio se dio la vuelta.-esta es Marina.
-Encantada-le di dos besos.
-Em… igualmente-Lanzó una mirada fulminante a su hermana, que me susurró al oído.
-Es un poco tímido, ya lo conocerás.-Es ese momento entró la profe de mates, lo que me recordó que no había hecho los ejercicios. Me presenté ante ella y se lo dije.
-Que no vuelva a pasar, señorita. A su sitio, y esté atenta.
Las horas me pasaron lentas. ¡Por fin sonó el timbre! Ansiada libertad. Miré mi libreta. No había tomado ni un apunte y dentro de poco había un examen. Me había pasado toda la hora escribiendo sus nombres…Alberto y Ángel. La cerré rápidamente intentando pensar en otra cosa y fui a buscar a Irene.
-¡Ana! Hemos llegado-dije entrando en casa. Me fui a mi habitación y encendí mi ordenador mientras vaciaba la mochila. Página del tuenti. Un ligero sonido, demasiado caracteristico…
<<Hola princesita>>
Alberto…Siempre tan oportuno
<<Hola Alberto>>
<<¿k tal?>>
<<Bien y tu?>>
<<Mejor…>>
<<Esta tarde me paso por el colegio.>>
<<No tienes clase?>>
<<No, esto es muy diferente>>
<<Bueno, espero verte guapissima>>
<<Puedes dejar de llamarme así? No tengo 5 años>>
<<Perdona…>>
-¡A comer!-gritó Ana des de la cocina.
<<Me voy. Espero verte>>
<< Adiós, TK>>
Apago el ordenador. ¿Porque lo ha dicho? ¿Porque lo ha tenido que decir?...Una lágrima resbala lenta por mi mejilla. Me levanto y me limpio esa lagrima traicionera. Bajo rápido las escaleras. Están todos sentados, creo que no se han dado cuenta… Pero me equivoco. Ángel se ha dado cuenta.
-¿Estas bien?-me susurra cuando me levanto a llevar mi plato a la cocina.
-Sí, tranquilo.
-¿Has llorado, verdad?-le miro a los ojos. Parecen sinceros y preocupados. Le asentí.-Es por ese chico, ¿no?-Aparté mi mirada. Él sonrió amargamente- Eso es un sí…
-Pero yo … Ángel…- se acercó a mí peligrosamente.
-Yote quiero, yo...-frenó en seco- pero si ese chico te afecta tanto debe significar algo para ti, aunque no lo quieras admitir.
-Yo, no…
-Olvídalo, ¿vale?-respondió evitando mi respuesta
-¿Vas a salir esta tarde?-dijo Ana a mis espaldas.
-Sí, voy a visitar mi anterior colegio.
-¿Por qué no te acompaña Ángel?
-Bueno… llegaría antes.
-Te acompaño entonces.-me sonrió él.
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Perdón por haber tardado en colgar este capítulo eske me han pasado muchas cosas buenas :D No me podía inspirar para escribir,la realidad superaba a la ficción.
I'm sorry
Anitah!

martes, 22 de febrero de 2011

My blog


Me preguntaba si en todos los que visitais el blog hay algun bloggero que me pudiera hacer un poko de publi, afiliarme.... para ver si puedo llegar a mas gente y saber asi si mi libro tiene algo de futuro o debo plantearme cambiar algo. Si quiereis tambien me podeis orientar un poko (soy nueva y estoy un poko perdida) y así podré cambiar el estilo de mi blog.
Gracias a todos los que me leeis
Anitah!
P.D.: no colgare mucho en los proximos dias, ya que estoy un poko estancada en el libro. Lo siento mucho...Eske no me puedo inspirar y lo que escribo no me gusta mucho. Grax por leerme!

viernes, 18 de febrero de 2011

No te enfades...


-Va…-dije- en serio, que llegamos tarde…-Empecé a salir de la ducha.
-Vale, vale -dijo decepcionado.
-Ángel -le puse la mano en la mejilla- no es que no quiera, es que…
-Sí, vale, voy rápido… lo siento.
-No pasa nada. Cuando esté preparada, lo sabrás. De verdad.
-Te esperaré.-Dijo él .Me acerqué y le besé lentamente.
Me envolví en una toalla y me intenté secar el pelo y el cuerpo. Corrí hacia mi habitación y me cambié rápidamente, dejando los botones de la camisa desabrochados y sin atarme los cordones de las botas. Me encantaba ese uniforme, era rojo, mi color favorito. Bajé las escaleras, ¡era muy tarde! Me bebí el zumo, casi atragantándome y salimos todos juntos hacia el colegio.
-Marina…-Ángel me miraba atentamente.
-¿Qué?
-No te has atado los cordones...
-¡Ups!-me agaché rápidamente a abrochármelos. En cuanto me levanté Ángel se me acercó peligrosamente.- ¿Qué-Que haces?-llevó sus manos hacia mi pecho.
-No pienses mal… llevas los botones desabrochados.-me puse roja mientras él se reía silenciosamente- no te enfades…
-Yo no me he enfadado, sólo que…No sé… lo intentas conmigo y luego me abrochas la camiseta. En teoría la tendrías que haber desabrochado…-dije seria
Él se rió de buena gana.
-¿Por qué no me abrochas a mí la camiseta?-se oyó la vocecita de Irene. Los dos la miramos.
-Ya lo entenderás, peque, ya lo entenderás.-reímos.
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bueno, como hoy no tenía cosas que hacer me he puesto a hacer entradas a lo bestia, son las entradas que tengo hasta ahora, las que he hecho esta semana. Vale la de la ducha me han dicho que se parece a una parte de ''tres metros sobre el cielo'' y la verdad, lo he comprobado y , sí, se parecen mucho. Perdónnnn
Os kiero!
Anitah!

La ducha está fría


Después de aquello no me apetecía nada, así que me fui a dormir rápidamente. No dormí muy bien, la verdad es que tuve pesadillas horribles. Soñé que iba al colegio y veía de nuevo a mis amigas, pero cuando preguntaba por Alberto, ellas no respondían, como si no me oyeran. De repente me giré y le vi, estaba besándose con Teresa, una chica que no me caía muy bien. Corrí hacia él y les separé, entonces vino lo peor.
<<-¿Y tú quien eres?- dijo Alberto>>
<<-¿No te acuerdas de mí?-pregunté llorando-soy Marina>>
<<-No conozco a ninguna Marina>>
<<-¿Y tú me querías? ¡Eres lo peor!- le grité a la cara y salí corriendo>>
-¡¡Hey Marina!! Estás en las nubes.-Ángel me hizo bajar a la tierra. Estaba en el baño peinándome.
-¿Eh?-él sonrió y picó en mi cabeza.
-¿¡Hay alguien!?-rió.
-Sí…Qué daño…
-Te tenía que devolver a la tierra-dijo encogiéndose de hombros, enseñando su cuerpo.
-¿No me podías haber dado un beso? Así seguro que volvía antes.
-Por mí te lo doy ahora-dijo a ras de mi boca.
-No sé, no sé…-dije con una gran sonrisa. Le puse las manos sobre el pecho y le empujé un poquito, lo suficiente para qué se tambaleara.
-¡Eh! ¿Qué haces?-me dijo.
Yo me reía mucho.
-¿Te crees más fuerte que yo?-me dijo.
-Sí…
-Ahora verás -me cogió por la cintura y me metió bajo el chorro del agua, con pijama incluido. Puso el agua fría, muy fría y se metió conmigo bajo la ducha, sin la camiseta.-Está muy fría, ¿no?
Yo estaba paralizada.
-S-sí…-dije temblando. Intenté salir de allí.
-No, no, tú te quedas aquí, conmigo.-puso el agua a la temperatura justa.-Dame las manos.-me las cogió sin pensarlo dos veces.
Las colocó sobre su pecho y me atrajo hacia él. Yo le miré a los ojos y, cuando estaba a un centímetro, miré hacia el suelo.
-Vamos a llegar tarde al colegio…
-Me da igual.-y sin pensarlo me besó, una y otra vez, con pasión. Colocó sus manos bajo mi pijama mojado y las empezó a deslizar por mi espalda. Me apoyé en la pared de la ducha mientras él me levantaba un poco la camiseta y me besaba lentamente en la barriga y ascendía, y ascendía…
De golpe, el agua dejó de ser caliente, empezó a estar congelada. Él cerró el grifo y me siguió besando.

La reconciliación


A media tarde alguien picó a mi puerta.
-Adelante- la puerta se abrió lentamente. De ella apareció Ángel.
-Estos son tus deberes.-dijo totalmente frío.- Me los ha dado tu compañera de pupitre-se le quebraba la voz.-Adiós…
-¡Espera!-él se giró hacia mí.-Lo siento mucho…
Se acercó y se sentó en mi cama. Tenía los ojos llorosos.
-Te escucho.
-Siento haber reaccionado así. Me has preguntado sobre Alberto y…
-Continua. Tú sigues enamorada de él, admítelo.
-Eso no es verdad.
-Sí que lo es, y tú lo sabes. Así que no me engañes.- se levantó de mi cama- Odio a los mentirosos. ¿Sabes? Eres la primera chica después de lo de mi padre…-y salió de mi habitación rápidamente, antes de que viera sus lágrimas.
Pero yo solo veía las mías… Entonces recordé algo que me dijo mi madre antes de irme de colonias <<si quieres a dos chicos a la vez, significa que en realidad no quieres a ninguno>>. No recuerdo el libro en el cuál decía lo mismo…
Les había hecho daño a los dos chicos que más quería… Por simples tonterías.
Salí corriendo de mi habitación, crucé al pasillo a toda prisa y entré como una tromba en la habitación de Ángel. Él estaba sentado en su cama con una guitarra entre las manos. Le quité la guitarra y la arrojé sobre la cama. Me senté sobre sus piernas, me acerqué lentamente y le besé y le volví a besar…
-Lo siento, siento todo lo que te he hecho-dije con una lágrima en mi mejilla- Te quiero…
Él me miró.
-¿Me quieres?- yo asentí
-¡Te quiero!- y él me besó, me besó con deseo…-te quiero más que a mi vida…
-Y yo a ti, mi vida. Y yo a ti…-dijo susurrando.
Pasamos un par de minutos así, besándonos, minutos que me parecieron horas… Me separé y le miré a los ojos, a esos ojos tan bonitos que tenía.
-¿Sabes tocar la guitarra?
-Desde que era un crío.
-¿Puedes tocar algo para mí?- él asintió y empezó a tocar una melodía dulce y acompasada.
Cerró los ojos y siguió tocando. Se distinguía muy bien aquella canción, <<Cuando me vaya>>, de melocos. La tocó genial, hasta pensaba que estaba en un concierto.
-¿Te ha gustado?-dijo cuando acabó.
-Por supuesto. Me tienes que enseñar…
-Toma-dijo poniendo su guitarra en mis manos.- te tienes que colocar así.-dijo cogiéndome por la cintura.-colocar la guitarra así…y los dedos aquí-puso mis dedos sobre los trastes y me miró a los ojos.
-¿Estoy bien puesta?
-Estás genial.
-Bueno, profe ¿qué me vas a enseñar?
-Um…No sé, no sé…
-¡Chicos, a cenar!-se oyó la voz de Ana des de la cocina
-¡Ya vamos!-dije- Ya me enseñarás otro día…-le dije mirándole fijamente.
-Cuando quieras, preciosa…-dijo rodeándome con sus brazos.
Me besó y bajamos juntos las escaleras, cogidos de la mano.
-Hola Irene.-la pequeña no respondió.
-Irene, te están hablando-dijo su madre.
-¡Son los dos unos mentirosos!-gritó.-Me prometieron que jugarían conmigo ayer y se fueron a dormir…-salió corriendo de la cocina.
-Ya voy yo-dijo su madre al ver que nos levantábamos.-Vosotros comed.
Nos miramos y empezamos a comer. No podía parar de pensar en Irene. Me levanté y fui hacia su habitación. Piqué a la puerta y, sin esperar respuesta, entré. La peque de la casa estaba tumbada en su cama y su madre intentaba hacerla entrar en razón.
-Irene, lo siento mucho.-dije sinceramente
-Venga Irene, vamos a cenar…-insistió su madre.
-Vale…-al final accedió y pudimos tener una cena más o menos normal.

Él vuelve a mi vida...Por desgracia


-Tranquilo, que si no me comes – sonrió.
-Eso estaría bien…-y me mordió la mejilla.
-¡Au, me haces daño! Tonto…-me miró a los ojos.
-Este tonto te quiere mucho…- y me volvió a besar.
-Pues… -me restregué los ojos con las manos.- yo tengo sueño…
-Ah, una indirecta…Vale, vale, ya me voy.
-¡Eh, espera! Si yo te quiero mucho…-le rodeé el cuello con mis brazos.
-Sí, claro…-intentó deshacerse de mi abrazo. Le apreté más fuerte contra mí.
-No te vas si haberme dado un beso…
Deslizó sus manos por mi cintura. Me dio un escalofrío.
-Me gusta tu pijama…- le di un beso rápido y me escabullí de su abrazo.
-Y a mí que seas tan lento.-me reí.
-Eh, eso no vale…
-En el amor y en la guerra todo vale.-recité si darme cuenta.
Me detuve en seco. Esa frase me la dijo Alberto. Alberto… Me desplomé en el suelo haciendo un gran estruendo.
-¡¡Marina!!-gritó Ángel atemorizado-¡Marina, mírame, respóndeme! ¡Reacciona!
Me posó sobre mi cama cuando Ana entraba asustada. Notaba las manos de Ángel sobre las mías, sentía el latido enloquecido de su corazón. Oía todo lo que sucedía a mí alrededor pero, particularmente, las palabras de Ángel.
-Déjala descansar.-dijo Ana.
Yo apreté las manos de Ángel, intentando evitar que se fuera. Él me besó las manos y la frente y salió de mi habitación, dejándome sola. Dormí toda la noche, ni tan siquiera oí el despertador la mañana siguiente.
-Buenos días, Marina-dijo una voz a mi lado.
Abrí los ojos lentamente, era Ángel.
-¿Quieres desayunar?- asentí- comida a domicilio.- Me enseñó una bandeja que había sobre mi mesita de noche.- Espero que te guste.
-Muchas gracias, Ángel.
-¿Quién es un tal Alberto?-di un respingo.
-¿Por qué lo quieres saber?
-Ayer, cuando te desmayaste, después de que se fuera Ana, no parabas de repetir <<lo siento mucho Alberto, lo siento>> y se te escapaban las lágrimas. ¿Quién es?
-No… no te lo puedo decir.
-¿Cómo que no me lo puedes decir? ¡Dímelo!
-¡No! ¡Vete!-le grité entre lágrimas- ¡No te metas más en mi vida!
Él asintió y salió sin decir nada, con la cabeza gacha. Estuve todo el día en casa pensando lo que le había dicho y arrepintiéndome. Tenía ganas de darme cabezazos contra la pared.

martes, 15 de febrero de 2011

Acuerdate de la apuesta...


Lo alcancé cuando ya estaba en la puerta, metiendo las llaves. Entramos rápidamente, juntos.
-Ya estamos aquí-dijo él.
No encaminamos a las escaleras y cuando justamente nos íbamos a separar él me susurró al oído.
-A las 11 en tu habitación, no te olvides.
-Cómo no…
Me fui rápidamente a mi habitación y cerré la puerta, dejándole con la palabra en la boca. Encendí mi portátil y me conecté al tuenti. No había nadie conectado, pero tenía un mensaje privado. Lo abrí.
<<Hola, Marina.
Aunque tú me hayas dejado, te quiero como antes, princesa. No quiero perderte, no quiero que salgas de mi vida. Porque no te quiero olvidar, porque te quiero como no he querido a nadie…
Te quiere
Alberto>>
Una lágrima resbaló lenta por mi mejilla. Me quiere a pesar de lo que le he hecho, me quiere pase lo que pase…Entonces, un leve sonido me sacó de mis pensamientos. Alguien se había conectado. Miré el nombre: Alberto.
<<Hola, princesita>>
<<Hola Alberto>>
<< ¿Qué tal, guapa?>>
<<Mejor. >>
<<Me alegro mucho por ti. Se te echa de menos. >>
<< ¿A mí?>>
<<Si, has dejado un hueco en la clase… y en tus amigos>>
<<Lo siento mucho…>>
<<No, tranquila. Quiero seguir viéndote, Marina>>
<< ¿Por qué?>>
<<Todo el mundo quiere verte, quiere despedirte como hace falta>>
<<Un día de estos iré al colegio, ¿contento?>>
<<Lo estaría si no me hubieras dejado>>
<<Me tengo que ir, que es tarde>>
<<No, espera…>>
<<Buenas noches, Alberto>>
Me desconecté sin esperar un minuto. Me sentí fatal y me puse a llorar.
¿Cómo le puedo hacer esto?-pensaba todo el rato, y no encontraba respuesta.
Me puse el pijama y me eché sobre la cama, sin parar de llorar. Cerré los ojos con fuerza, intentando que se me fueran todas las lágrimas.
Toc, toc.
-¿Puedo pasar?-se oyó al otro lado.
Me senté y, rápidamente, me quité las lágrimas de los ojos.
-Adelante.
Ángel se asomó por la puerta y entró rápidamente, cerrando la puerta a sus espaldas. Me dejé caer sobre la cama y miré hacia el lado opuesto del que estaba Ángel, intentando que no me viera la cara.
-¿Marina? ¿Qué te pasa?-dijo moviendo mi cara, intentando mirarme a los ojos- ¿Estas llorando?
Ese chico tenía un sexto sentido. Le miré.
-¿Qué ha pasado?
-Nada.
-No. Algo ha pasado para que estés así.-Miró a su alrededor, intentando identificar la causa. Vio mi ordenador encendido, todavía con la página del tuenti.
- ¿Has hablado con alguien, verdad?- asentí.-vamos, no te preocupes. ¿Quién era?
-Era… mi ex, mi ex novio y mejor amigo.
-Olvídalo Marina. Siempre hay alguien mejor-dijo atrayéndome hacia él.
Me apoyé sobre su pecho. El empezó a hablar y consiguió sacarme una sonrisa, como era natural.
-Me debes la apuesta, no te olvides.-dijo tras un largo silencio.
-Claro que me acuerdo. Pero no recuerdo que nos habíamos apostado...-dije haciéndome la olvidadiza.
-Si quieres te lo recuerdo-dijo ayudándome a levantarme de mi cama.
Me apoyó en la pared, con delicadeza y colocó por encima de mi hombro su brazo. Acercó su cara lentamente a la mía, rozando mi nariz con la suya. Posó sus labios sobre los míos y me empezó a besar mientras me miraba fijamente a los ojos. Y así estuvimos un buen rato. A los cinco minutos o así lo separé lentamente de mi, tocándole el pecho y los abdominales.

La apuesta


-¿Tenías miedo, eh?-dijo cuando la acabamos de ver.
-Ya te he dicho que esa palabra no está en mi diccionario
-Sí, por eso cuando hacía miedo te apretabas fuerte a mí y cuando no, te separabas.
Yo me sonrojé. Me había pillado, había dado de lleno.
-No se te escapa ni una…- le dije.
-Si… ni una chica.
De repente, la pequeña de la casa entró como una tromba en la habitación interrumpiendo todo lo que él tuviera que decirme. Los dos la miramos sorprendidos y, entonces, Irene comprendió su error. Salió le la habitación, picó a la puerta y, cuando se lo permitimos, entró.
-¿Queréis jugar conmigo?-preguntó
-Yo no puedo- respondí- tengo que hacer deberes.- Ángel me miró.- y Ángel me va a ayudar. ¿Verdad, Ángel?
-Sí.-la pequeña lo miró con tristeza-Luego, cuando acabemos, jugamos contigo.
-Vale, ¿me lo prometéis?
-Te lo prometemos-dijimos Ángel y yo a la vez.
Irene salió de mi habitación.
-¿De verdad que vas a hacer deberes?-preguntó Ángel
-Debería…
-¿No prefieres estar aquí, conmigo?-dijo pícaramente.
Lo miré intentando averiguar si eso era una broma. No, no lo era, lo veía en sus ojos.
-¿Me quieres ayudar?-pregunté haciéndome la buena y poniendo ojitos.
-No sé si sería peor el remedio que la enfermedad…
-Vamos,… ayúdame – insistí- venga…
-Vale, vale.-dijo rindiéndose finalmente- te ayudaré…
Abrí mi mochila y saqué todos los deberes (un resumen de castellano y un par de ejercicios de matemáticas)
-¿Que es lo que peor se te da?
-Las mates
-Pues haz ese resumen de castellano.
No tardé más de 15 minutos en hacer el resumen. Y entonces miré instintivamente a Ángel. Estaba dormido. Suerte que me iba a ayudar… Me acerqué a él y le besé cerca de la boca.
-Que atrevida te has vuelto-dijo él abriendo los ojos.
-Á-Ángel-dije toda roja. Él sonrió.
-¡Capullo!-grité dándole un puñetazo en el hombro.- ¡Eres un capullo!-empecé a pegarle.
-Eh, eh, tranquila-dijo cogiéndome las muñecas y pegándolas a la pared, inmovilizándome.
Se me acercó, intentó besarme y yo le mordí el filo de los labios, haciendo que se separara de golpe.
-¿Qué pasa? ¿No me quieres besar?
-Te besaré cuando yo quiera.
-¿Seguro? Mira que te tengo aprisionada…
-No podrás conmigo.
-¿Qué no? ¿Hacemos una apuesta?
-Lo que tú quieras, te ganaré de todas formas.
-Apuesto a que no me ganas al billar.
-¿Y si gano?
-Hum… haré lo que tú quieras.
-¿Y si pierdo?
-Si pierdes… me besas.
-Me parece justo.-dije intentado disimular mi ilusión.
-Estás perdida…
-Ya lo veremos. Te machacaré.
-Vamos al bar de aquí al lado, ¿vale?
-Donde quieras. Ganaré igual…
Cogí mi bolso y salimos diciendo:
-¡Ana! Vamos al bar de aquí al lado.
-Vale chicos, hasta luego.
El bar estaba a dos manzanas de casa, así que llegamos enseguida. Dejamos las cosas en una mesa, pedimos dos cola-colas y fuimos directos hacía la mesa de billar.
-Estás perdido-dije con una sonrisa.
-Seguro…
La verdad es que yo nunca había jugado al billar. Pero le sonreí, intentando que no se notara. Él lo debió percibir en mis ojos.
-¿Has jugado alguna vez?- yo no sabía que contestar.
-Bueno, alguna… pero no tengo mucha practica- me apresuré a añadir.
-Empieza tú.
La verdad es que lo hice bastante bien para ser la primera vez, pero él tenía mucha experiencia, así que al final me ganó. Por una bola.
-Bueno, ya sabes lo que te toca.-dijo cuando nos sentamos en la mesa.
- ¿Ahora? ¿Aquí, en medio del bar?-pregunté
-Vale, esperaré. A las 11 estaré en tu habitación para que pagues tu deuda.
Abrí los ojos de par en par. ¿En mi habitación, de noche?
-Tranquila, no pasará nada…a menos que tú lo quieras…-dijo guiñándome un ojo. Le pegué un puñetazo.
-Tonto.
-Este tonto se va a casa, que son las 9 y a Ana no le gusta que lleguemos tarde.-se levantó y echó a andar.
-¡Espérame!-grité corriendo tras él.
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Mucha gente me ha preguntado si esta historia va sobre mi vida y yo lo repito : no va sobre mi vida
Pero este capitulo esta inspirado en algo que me sucedió en vacaciones este verano la diferencia es que me lo aposté con dos chicos , no con uno... Y bueno... al final tuve que cumplir mi apuesta con uno de los dos chavales...
xd
Anitah!

Su madre


Cuando acabamos de comer, Ángel y yo subimos a la habitación de Irene, para jugar con ella un rato. Al cabo de una hora o así, Ángel dijo que se iba.
-¿Puedo ir contigo?-le pregunté
-Vale, pero vigila y no te separes de mí. Y coge los cascos que hay en mi habitación.-dijo
Fui a su habitación y al entrar me sorprendí. Estaba todo bastante ordenado y también tenía un portátil parecido al mío. En una estantería divisé los dos cascos de su moto y los cogí, intentando que no se rompieran ni se rayaran.
-Toma-le dije cuando lo vi en el pasillo.
Bajamos por una escalera hacía el garaje y él arrancó el motor de su Ducatti.
-¿Subes?- me dijo con una sonrisa y dándome la mano.
Le sonreí y subí detrás de él, abrazándole por la espalda.
Salimos del garaje y, en cuanto me quise dar cuenta, ya estábamos en la puerta del hospital. Entramos y subimos a la segunda planta, puerta 222. Él picó a la puerta intentando no turbar el sueño de su madre. Se oyó un breve y débil” adelante” y entramos.
-Hola mamá-dijo él.
-Ángel-los ojos le brillaban de alegría, tanto que no me había ni visto.
-Ha sido papá, ¿no?-preguntó endureciendo la voz.
Ella no contestó, sólo bajó la mirada.
-Vete antes de que vuelva. No se ha separado de mí des de la última vez que te vio y te…- se calló lo último, pero yo ya lo había cazado.
-Vamos, Marina. Adiós mamá-dijo dándole un beso.
-¿Tu padre te pegó la última vez que te vio hablar con tu madre?- le pregunté antes de subirnos a la moto.
-Sí, no quería que le viera ni le dijera que estaba bien. Y si él me volviera a ver, me volvería a pegar.-dijo sin mirarme
-¿Vamos ya a casa?-pregunté.
-Si no quieres, no. ¿Quieres ir a tomar algo?
-Vale.
Fuimos a un bar alejado del hospital, nos sentamos en una mesa y pedimos.
-¿Que quieren?-Preguntó una camarera.
-Una coca-cola-dije.
-Yo otra- dijo él.
Y la chica se alejó como había aparecido, rápidamente.
-¿Y que les ha pasado a tus padres?-dijo él después de un largo silencio.
-Pues… murieron en un accidente de coche cuando volvían de dejarme a mí en el instituto un día que me iba de viaje- dije de un tirón.
-Lo siento mucho…-dijo él.
-Todos decís lo mismo…-susurré- pero nadie sabe realmente lo que siente, sólo yo.
Se quedó sin palabras. Me di cuenta de lo que había dicho e intenté arreglarlo.
-Perdona, lo siento mucho.-él colocó su silla más cerca- Es que…
-Sí, toda la gente dice que lo siente, pero nadie sabe realmente lo que llega a doler. Te entiendo.-dijo.
Me entiende -pensé- ¡él me entiende!
Se me escapó una lágrima y me apoyé sobre su pecho.
-Gracias…-le dije- gracias por entenderme.
Me acerqué a su boca, sonrió y cuando ya le sentía, sonó mi móvil.
-¿Sí?
-Marina, ¿Dónde estáis?-Dijo Ana nerviosa
-Tranquila, estamos en un bar, no te preocupes.
-Buff, pensé que os había pasado algo-dijo relajándose.-No tardéis mucho, ¿vale?
-Muy bien, pronto nos vemos. Adiós.
-¿Era Ana?
-Sí, estaba preocupada. Pensaba que había pasado algo.
-Casi pasa…-dijo con sonrisa pícara.
Le observé atentamente y me reí, no sé porque pero no podía parar, él me miró y le entró la risa. Y salimos del bar así, riéndonos con complicidad, como si nos conociéramos de toda la vida. Llegamos a la moto, de repente, me paré de reír y le miré a los ojos, perdiéndome en ellos. Él sonrió y se subió rápidamente a la moto.
-¿Subes o no?-dijo poniéndose el casco.
-Voy, voy- le dije intentando subir.
Al final lo conseguí y me apreté a su cintura antes de que él saliera derrapando.
-Ves con cuidado, Ángel…-dije preocupada
-¿Tienes miedo?-dijo mirándome por el retrovisor.
-Yo no conozco esa palabra- respondí soltándome un poco, intentando hacerme la valiente.
Él aceleró más y yo me tuve que apretar a él.
-Así estás mejor…-dijo sonriendo.
Cerré los ojos, deseando llegar pronto y bajarme lo más rápido posible de allí.
 -Marina, ya hemos llegado.-dijo él. –Si no me sueltas me voy a ahogar, chica.
-Eh, ah perdón-dije sonrojándome.-ya te suelto.
-Gracias-dijo.
Bajamos de la moto y subimos hacia la casa.
-Ana, ya estamos aquí.-dije.
Ella corrió hacia nosotros.
-¿Que tal tu madre?-le dijo a Ángel.
-Bueno, está mejor, pero si no consigue un orden de alejamiento, mi padre acabará matándola.
-Haremos todo lo que esté en nuestra mano para que eso no pase.- dije amablemente.- Ya verás cómo lo conseguimos.
-Eso espero. Yo he vivido en mi piel a mi padre, pero mi madre todavía lo tiene que soportar. No aguantaría que él le hiciera daño.
-¿Quieres que veamos un película?-dije intentando cambiar de tema radicalmente.
-Depende de la peli…-dijo mostrándose un poco indiferente.
-Subimos a mi habitación y te enseño algunas que tengo.-Él tan sólo asintió.
Subimos rápidamente, dejando a Ana con Irene. Abrí la puerta de mi habitación y empecé a buscar y rebuscar entre mis cosas. Ángel se sentó sobre mi cama. Encontré un par de películas y se las enseñé. Al final nos decidimos (más bien se decidió) a ver una película de miedo, de la cual no recuerdo el nombre.