lunes, 21 de noviembre de 2011

Ven conmigo...

-Eres mala, ¿lo sabías?-sonrió rodeándome por la cintura.
-¿Yo?, ¡qué va!
-Anda ven aquí, malota.- se rió y yo lo miré raro.
Me entró la risa, así que, ya nos ves a los dos, riéndonos en pleno centro comercial. Más tarde, después de comprar un helado y mancharnos entre nosotros, volvimos a casa.
-Me voy a duchar, ¿vale?
-Vale, luego voy yo.
Dejé que continuara su camino hacia su habitación y yo me metí en el baño. Me di una larga y relajante ducha, para después salir, envolverme en una toalla y correr del frío en los pies por el pasillo. Me sequé el pelo, lo planché y me vestí. Así, dos horas más tarde de entrar en la ducha, ya estaba fuera. Ángel llevaba ya al menos una hora esperándome.
Cerré la puerta de mi habitación de golpe.
-¡Ya voy!- grité escaleras abajo.
-Espero que merezca la pena…
Vale, se le quedó una cara para echarle una foto. Ni que me hubiera arreglado tanto. Tan sólo me puse rímel, me hice la raya y me puse un poquito de brillo de labios.
-¿N o dices nada?-negó con la cabeza, incapaz de articular palabra- Bueno, si quieres vuelvo a subir y me ducho otra vez, me cambio…-dije dándome la vuelta.
-¡NO!-gritó él.-No, así estás muy bien…
-Vale…-dije con sorna.
El no iba muy arregladito: unos vaqueros y su camiseta favorita, que me encantaba, por cierto.
Nos despedimos de Ana y de Irene y salimos para coger su moto. Nos recorrimos media ciudad y nos empezamos a adentrar en un barrio bastante pijo. ¿Cómo puede tener un amigo así?, me preguntaba.
Total, diez casitas… bueno, casitas, por decirle algo, porque aquellos chalés no eran grandes, pero eran monísimos. Impresionante. Paramos en uno, que destacaba bastante aquella noche. Más que nada, en los otros no había ni un coche, y en ese, la gente se mataba para pillar sitio.
Bajamos de la moto y nos acercamos a la puerta de la casa. Antes de picar al timbre, se oyó un: <<¡¡¡Está abierta!!>>, Ese tan típico de las pelis americanas. Nada más poner un pie en la casa, todo el mundo se nos quedó mirando.
-Es Ángel…, Impresionante…-Se oían millones de voces murmurando lo mismo. Ángel sonrió y entró tranquilamente en la casa, como si estuviera en la suya propia.
-¡Hombre, Ángel! Tres horas tarde, como las estrellas.
-Pablo, chaval…-empezó a decir.
-¿Y quién es esta chica?- le interrumpió Pablo
-No es una chica- dijo él. – Es mi chica.- y me pasó un brazo por los hombros.
-Marina. –dije yo sonriendo tímidamente.
-Uy, Uy, Uy… ¡Que se nos pone celoso!-dijo alegremente el chaval, supongo que era Pablo, y la chica que tenía al lado se rió.
-Bueno, Marina, esta es Mar, una amiga de Pablo.
-La novia de Pablo.-rectificó ella.
-¿Tenias novia y no me lo habías dicho? ¡Qué cabrón!
Los chicos se enfrascaron en una de sus conversaciones en la que no entiendes nada, así que nosotras nos fuimos por nuestra cuenta.
-¿Estás segura?- dijo Ángel antes de que me fuera.
-¡Qué sí!
-Pero…
-Cállate y bésame, tonto.
-Uhh... Se nos ha pillado de verdad, nuestro Angelito…-dijo Pablo al grupito que se había formado tras él. Iban a jugar a fútbol, creo.
-¡Cuando te pille, te vas a cagar!-gritó Ángel al despegarse de mi boca.
-Bueno, que nosotras nos vamos.- Le besé otra vez y me di media vuelta.
-Tienes ahora mismo una cara de idiota…-le dijeron justo antes de que cruzara el umbral de la puerta y le giñara el ojo.
-¡Te voy a matar, capullo!-gritó él.
Mar me presentó a un montón de gente. En cuanto se enteraban que era la novia de Ángel, su cara cambiaba, se llenaba de felicidad, y me volvían a dar dos besos.
Así con unas cien personas. Finalmente, después de todas las presentaciones, cogimos unas Coca-Colas y salimos al jardín, para sentarnos en un sofá que había allí, justo enfrente de la piscina. Estuvimos hablando un buen rato, hasta que se oyó un gran chapuzón: parte de los chicos habían sido tirados al agua. Antes de girarme de nuevo para comentarlo con Mar, Pablo la había tirado al agua consigo. Entonces, noté como una mano fría y mojada se deslizaba por mi nuca, cuello abajo. Un escalofrío y unos ojos verdes. Un apasionado beso en la boca. Saltó el sofá y se sentó a mi lado.
-Venga, ven conmigo-murmuró en mi oreja.
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perdonperdonperdonperdonperdon!
e tao mu liada kon el cole y tal y eso es casi pura inpiración, acabado aora mismito.
K?¿ hay intriga, eh? pues habra que esperar un pokito mas para descubrir lo ke pasa...(mas ke nada, todavia no esta escrito y tengo un monton de examenes.. ajajaj)
espero ke os guste y comenteiss!!


jueves, 1 de septiembre de 2011

Verguenza en la tienda


-Oh, sí.-Le cogí de la mano y lo levanté, para dejar su oreja a la altura de mi boca.- También me tengo que comprar ropa interior, me puedes ayudar a escoger. Si me acompañas, claro.

-¿Dónde hay que ir?

Sonreí y tiré de él para bajar las escaleras.

-Ana, nos vamos de compras.-dije en la puerta de la cocina.-Cenaremos fuera y esta noche tenemos un cumpleaños.

-Vale, pero no volváis muy tarde. Llevaré el móvil encima, por si pasa algo, ¿ok?

-Vale. Hasta luego.

Salimos de casa y cogimos la moto de Ángel. Se subió mientras me pasaba el casco. Y nos dirigimos hacia el centro comercial.

Al llegar estaba bastante lleno, era lógico, todavía no eran las siete de la tarde.

-¿Hay que ir muy arreglado?

-No mucho. Será una fiesta de colegas: las tías arregladitas, los chicos con vaqueros. Lo de siempre.

Entramos en varias tiendas y me probé varios vestidos. Me acabé quedando una falda vaquera monísima y una camiseta blanca de manga corta con un monigote amarillo en el centro. Dicho así, parece muy soso, pero era genial.

-Ahora, toca ir a comprar la ropa interior.

-Lo mejor de todas las compras.-dijo Ángel cogiéndome por la cintura.

-Entremos aquí.-estaba dispuesta a hacerle pasar un poco de vergüenza, que la gente le mirara. Y lo conseguí.

Nada más entrar saludé alegremente a la dependienta. Luego, coloqué a Ángel justo delante de una estantería llena de conjuntos de ropa interior y le hice escoger los que más le gustaran.  Busqué mi talla y fui directa al probador más cercano. Me puse uno, abrí la cortina y él opinó mientras se ponía rojo como un tomate. Después, me quedé solo con uno (azul cielo, de encaje) y cogí otro, pero no se lo dejé ver en ningún momento.

-¿Porqué no me lo enseñas?-preguntó cuando estaba pagando

-Es una sorpresa.

-Me encantan las sorpresas…

-¡Claro, sobre todo si están relacionadas con la ropa interior!-completé con una exclamación, provocando las risas de toda la cola y de la cajera.

En cuanto pagué, Ángel salió prácticamente corriendo de la tienda.
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Ola, ola, ola!!!
Vale, hace tiempo que no escribo. Pero hoy he colgado con este los tres capitulos que he escrito durante mi mes de ausencia.
Como he vuelto de vacaciones, volvía escribiendo en el coche (con 9 horas, me dio tiempo a bastante). Pero cuando lo iba a colgar, lo leía y pensaba: esto esta mal, esto no queda bien... Así que no colgué nada. En cuanto volví, mis amigas me preguntaros por la pagina y entraron. Se lo leieron y me animaron a continuar escribiendo algo más. Aunque esta historia ya no pueda dar más de sí, creo que la seguiré con otro blog, ya que el final de esta es inebitable (más que nada, la historia ya esta encaminada hacia su fin). A este capítulo le seguiran algunos más. Pero la historia no pasará del 14 de febrero (en el libro, no en la vida real). Menuda pista os acabo de dar!!!
Espero que os hayan gustado estos capítulos y me siguaís en la otra historiaa.
Muchisimos besos
Anitah!!

Oh, no


-Algún día incumpliré tu promesa…

-¿Cuál?

Me miró con su sonrisa pícara. Lo entendí de golpe.

-¡Ah! ¿Por qué?

-No sé si podré resistir la tentación…-dijo deslizando su mano lentamente por mi pierna.

-No digas esas cosas porque…-no pude terminar de hablar, ya que él acercó sus labios a los míos.

-¿Qué decías?-murmuró un rato después, cuando separamos nuestros labios.

-¿Estaba diciendo algo?- susurré, perdida en sus ojos.

Se rió alegremente mientras me acercaba a su pecho y besaba mi pelo. Le besé, me besó más. <<Otra vez no>> pensé.

-Ángel-murmuré en el filo de sus labios.

-¿Qué?

-No puedo hacerlo.

-¿El qué?

-Eso.

-¿Tienes miedo de que te haga daño?

-No.

-¿Entonces?

-No me siento preparada.

Él se dejó caer en la cama y suspiró.

-Para mí es una forma de expresar lo que siento. Creo que si no hago eso,-sonrió por un momento- no te demuestro lo mucho que te quiero.

-No necesito hacerlo para saber que te quiero o que me quieres.-paré un momento-Pero no quiero que te sientas mal por mi culpa.

Hubo un silencio por un largo momento, mientras ambos mirábamos al techo.

-Joder, lo siento. No quería hacerte sentir mal.-dijo él.- Anda, ven aquí.

Nos fundimos en un abrazo cariñoso. Sonó el móvil. Por una vez no era el mío el que interrumpía, era el suyo. Lo cogió.

-¡Hombre, Pablo! Cuanto tiempo, tío…-lógicamente no oía lo que decía la otra persona.- ¿Una fiesta en tu casa, hoy?-me miró y yo asentí-... Por tu cumpleaños… ¿Es obligatorio?...Vale, entonces llevaré a mi novia. ¿Contento?... Claro, era lo que querías…Ale, hasta luego.-Y colgó

-¿Pablo?

-Un amigo mío que hace mucho tiempo que no veo. Hoy es su cumpleaños y me ha invitado. Bueno, nos ha invitado.

-¿Nos?

-Me ha dicho que lleve a un acompañante, y sé que quería conocer a la chica de la que tanto ha oído hablar.

-¿Ah, y quién es?

-Tú, tonta-me dio un beso.

-Entonces, ¿esta noche fiesta?

-Por supuesto.

-Pues antes de una fiesta, siempre hay que ir de compras.-le miré y sonreí.

-Oh, no-negó con la cabeza.

Mía... Para ti


Puse una mueca de enfado mientras colocaba los brazos en las mangas de la camisa. Iba a abrochar los botones cuando sus manos me lo impidieron.
-Me puedo vestir sola, soy lo bastante mayorcita ya.-gruñí.
-Va, no te enfades. –dijo mientras abrochaba rápidamente los botones que hacía algunos días había desabrochado. Me pasó la falda cuando terminó. Me coloqué los zapatos. Cogió su mochila, que estaba en el suelo, y yo la mía.
-Irene.-dije en la puerta de su habitación.- ¿Vamos?
Como respuesta, ella salió de su habitación con su mochilita a la espalda.
-Vale.-se cogió de una de mis manos, mientras con la otra se aferraba a Ángel.
Fuimos andando hacia el colegio. Se estaban acercando las navidades y, con ellas, el cumpleaños de Elena. En estos días, me había llamado Verónica, diciéndome que se le celebraría una fiesta sorpresa y que yo aparecería por la puerta con el pastel en las manos. Accedí. Tras el año nuevo, el nueve de enero, sería la gran fiesta. Iríamos al apartamento de Verónica, más que un apartamento era una casa, a orillas del mar y con un porche que siempre utilizaban para las ocasiones especiales.
-Yo ya me voy por ahí-Ángel señalaba una calle.- Irene, pórtate bien.-dijo dándole un beso en la mejilla.- Y tú también- dijo antes de darme un beso en los labios. Adiós, chicas.
¿Qué me portara bien? A este chico le había afectado estar tanto tiempo en el hospital conmigo. Andamos ágilmente hacia la puerta (faltaban cinco minutos y había un gran trecho), despedí a Irene y corrí para poder llegar justo antes que el profesor cerrara la puerta.
-Señorita Marina, veo que hoy se le han pegado las sábanas.
-Lo siento, profesor.
Me senté en mi pupitre con agilidad. María me miraba con curiosidad, pero tendría que esperar. Las horas transcurrieron lentamente y los profesores se sucedían en un largo desfilo interminable.
-Y tras esto, estalló la segunda guerra mundial. Así que deberíamos…- estaba diciendo la profesora de historia, mientras yo tomaba notas frenéticamente.
Una bolita de papel impactó en mi cabeza. La recogí del suelo, mientras simulaba coger mi estuche, y la abrí. Era de Ángela, una chica que había venido a visitarme algún día al hospital. <<Dios, como no se calle me muero… ¿Quedamos  esta tarde?>>
Me giré y le sonreí, mientras asentía con la cabeza. La profesora seguía hablando y hablando. Justo cuando iba a desesperar, sonó el timbre.
-¡Oh, qué pena! – <<Si, que pena…>> pensé maliciosamente.- Mañana os seguiré explicando este magnífico acontecimiento.
-Dios, no se callaba…-dijo Ángela acercándose.- Entonces, ¿Qué hacemos esta tarde?
-¿Quieres venir a mi casa y vemos una peli?
Ella accedió y la convencí de que viniera también a comer, así que llamé a Ana para que pusiera un plato más en la mesa. Juntas recogimos a Irene y nos dirigimos a casa.
Y así se sucedió el día, entre risitas y empujones. Más tarde ella volvió a su casa, su madre reclamaba ya su presencia.
En cuanto cerró la puerta, subí torpemente las escaleras y llamé a la puerta de Ángel. Dentro se oía el suave sonido de su guitarra.
-Adelante.
Entré lentamente y con una sonrisita en la boca. Él siguió con la mirada fija en las cuerdas. Tocó melodía dulce y acompasada, mientras levantaba la mirada y se fijaba en mí.
-Es muy bonita… ¿De quién es?
-Mía…-sonrió- Para ti.
-¿Me la estás dedicando?- Asintió, mientras a mí se me empañaban los ojos.
–Me he inspirado en ti, así que en definitiva es tuya.
-¡Oh, gracias!-me abalancé sobre él y lo llené entero a besos.
-Si te pones así, me obligarás a componer más canciones para ti. A ver si así, al final…
-¡No lo digas!- grité.
Él soltó una risita mientras se dejaba caer en la cama en la que estábamos sentados.

lunes, 1 de agosto de 2011

¿Te vas a morir?

-Shh…-murmuró con voz seductora.- Déjate llevar por tu cuerpo-siguió diciendo con esa voz tan irresistible a ras de mi boca.

Deslizó sus manos de mi cuello a mi cintura y las introdujo por la camiseta del pijama. Me empezó a besar el cuello. Sus manos llegaron a mi espalda. Busqué sus labios y lo besé intensamente, pero despacio, muy lento. Él me besó más intensamente, si podía ser. Me arrastró hacia el suelo y se puso encima de mí.

-¿Marina?-preguntó la vocecita de Irene, había entrado en el lavabo.

-Ángel…-susurré con nerviosismo.

Él seguía besándome, no se había dado cuenta.

-Ángel…-murmuré de nuevo.

Ahora sí que se había enterado, y se alejaba a trompicones de mí. Me senté sobre mis piernas y miré a la pequeña a los ojos, que estaban llenos de confusión.

-Irene-dije tartamudeando.

-¿Te estaba haciendo daño?-me preguntó la pequeña, con lágrimas en los ojos.

-No, Irene. Él estaba…

-…Estaba ayudándola,…-dijo. <<Menuda excusa…, pensé>>

-Porque me estaba ahogando.-concluí con una sonrisa.-No me estaba haciendo daño, me estaba ayudando.

La niña estalló en sollozos y se tiró sobre mi regazo.

-Tengo miedo…-dijo entre lágrimas.- Estas malita y los médicos no te pueden curar. ¿Te vas a morir?

Se me abrieron los ojos como platos y a Ángel se le desencajó la mandíbula. Se acercó a nosotras, cogió a Irene e intentó en vano consolarla.

-No se va a morir, Irene. Esta malita, pero no se muere. Es como cuando tú te resfrías, ¿a que no te mueres?

-Dámela a mí, Ángel. Vete a vestir.-le dije a la oreja. Me la dejó coger, mientras me daba un beso y se iba a cambiar.

Me llevé a la pequeña a mi habitación y la senté en el borde de mi cama, mientras que yo me sentaba en el suelo.

-Irene, no me voy a morir.-sollozó más fuerte al oír esa palabra.

-Yo no quiero que te mueras-dijo, cabezota.

-Mírame, Irene. ¿Te parece a ti que tengo cara de morirme?-ella negó con la cabeza.

-Sólo estoy malita, pero los médicos me curaran, ¿vale?

Se levantó de la cama y se me tiró encima, abrazándome.

-Ya está, peque.-le dije a la oreja.- Me pondré bien…

La pequeña sonrió mientras se enjuagaba las lágrimas. Su sonrisa se ensanchó cuando le acaricié el pelo.

-¿Me ayudas a buscar mi uniforme? Ángel me dijo que lo guardaste tú.

-Está allí.-dijo señalando el tercer estante de mi armario.

 Y salió de mi habitación, dejándome sola para que me pudiera cambiar.

Me quité el pijama y la ropa interior. Cogí del cajón un conjunto rosa pálido. Justo cuando me abroché el sujetador y me iba a colocar la camisa, la puerta se abrió y Ángel apareció tras ella. Grité y me cubrí con la camisa.

-¿Por qué te tapas? -sonrió pícaramente mientras hablaba.-Que pena que antes entrara Irene, podría haber visto lo que se esconde tras ese bonito conjunto…

-¡Eres un pervertido!-le acusé mientas le golpeaba con la camisa.

Se rió alegremente, mientras me sujetaba las muñecas y me acercaba a su boca.

-¿Soy un pervertido?-murmuró tras colocar sus labios sobre los míos un instante.

-Sí-murmuré.

Me besó el cuello mientras seguía sujetando mis muñecas contra la pared como si me torturara.

-¿Estás segura?

-Ajá.-estaba ya salida de mis casillas, otra vez la sensación de estar en otro mundo, bebida y sin control.

Se deslizó hasta mi barriga desnuda y la besó.

-¿De verdad?- dijo con sus labios casi tocando los míos.

Enloquecí ante la posibilidad de besarle otra vez. Me incliné hacia delante y me fundí en un beso con sus labios, mientras nuestras lenguas se rozaban. Tras separarnos, me soltó las muñecas y puso una sonrisa.

-¿Te mueres por besarme y yo soy el pervertido?-dijo como si nada.
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Hola, holaa!!
Que tal las vacaciones? Yo estoy en un pueblo que no tiene ni internet ni cobertura, pero no me olvido de escribir alguna cosilla y luego sobornar a mi hermano para que me deje su ordenador (el único con internet).
Me parece que es uno de los capítulos con los que más he llorado al releerlo. Sobre todo en el momento en que Irene le pregunta a Marina si se iba a morir. Me dio una pena inmensa y eso que yo misma lo he escrito. Me parece que esta historia ya no puede dar mucho más de si. Asi que os hago una pregunta:
Quereís que pase directamente al final o escribo algo más?
Creo que si me lo propongo puedo escribir algo más por ahi en medio, pero no lo sé. Lo dejo en vuestras manos. Espero que os haya gustado mucho, besos.

lunes, 18 de julio de 2011

Ibas a respetar mis decisiones

<<No, imposible. No te acaba de pedir lo tú crees. ¿O sí? No puedo hacer eso. No lo voy a perder otra vez, no quiero. >>

Noté un entumecimiento en todo el cuerpo y cómo alguien, lentamente, deslizaba su dedo sobre mi piel. Me estremecí, en mi habitación no había nadie.

-No, no puedo…-murmuré agonizada justo antes de despertarme.

El rostro de Ángel apareció sobre mi cabeza, y su dedo deslizándose por mis labios.

-¿Estás bien?-me susurró cerca de la oreja. Asentí lentamente.

-Estaba soñando, una pesadilla.

Él simplemente se limitó a acercar su cuerpo al mío (no creía que eso fuera posible), lentamente, hasta colocar mi cabeza en su hombro.

-Te quiero…-le miré con incredulidad. No se me puede decir estas cosas a esta hora de la mañana.-… mucho-añadió.

-Te amo. Yo te gano-le repliqué sacándole la lengua como haría Irene en mi caso.- Te gano en muchas más cosas, que conste.

-¿Estás segura?

Asentí.

-Bueno, pero no me ganas resistiendo cosquillas, ¿o sí?-dijo colocando las manos en mi cuerpo y empezando. Intenté resitir la risa, mantenerme seria… pero no dio resultado.

-Ya, ya. –dije entre pequeños grititos/risas. - Me rindo, tú ganas.

-¿De verdad?- dijo alzando una ceja.

-Sí. –sonreí y levanté levemente la cabeza para darle un beso.

Se oyó una tos pronunciada al lado de mi puerta. Me puse roja como un tomate.

-Siento interrumpir vuestra cháchara matutina, chicos.-dijo Ana mirándonos sonriente.- Pero el desayuno ya está hecho.

Me puse un poco más roja (si eso era posible) y me levanté de mi cama para ir a desayunar. La pequeña de la casa ya estaba sentada en la mesa cuando nosotros llegamos.

-Buenos días, Irene.-dije cogiendo el zumo de la nevera y sentándome.

-Hola.-dijo distraída, removiendo sus cereales con la cuchara.

-¿Estás bien, peque?-preguntó Ángel alborotándole el pelo.

-Sí. –dijo levantándose y dejando el desayuno intacto.- Voy a ponerme el uniforme.

Ángel y yo nos miramos entre nosotros. ¿Qué le podía pasar?

-Está rara-dijo él.

-¿Cómo puede estar rara? ¡Tiene 4 años!

Me ofreció una galleta. La cogí y le sonreí.

-Bueno, voy a vestirme.- Dijo él. Todavía iba en pijama. Bueno, con los pantalones del pijama.

-Espera-dije antes de que se fuera.- Voy contigo.

Ambos nos levantamos y empezamos a subir las escaleras.

-¿Con lo de “voy contigo”, no dirás que vienes conmigo a mi habitación, mientras me   cambio, no?- sonrió pícaramente.

-Idiota…-le dije dándole un puñetazo sin fuerza en la barriga.

Con todo esto, estábamos delante de la puerta del lavabo. Él me empujó ligeramente hacia dentro y cerró la puerta tras él. Me besó. Le devolví el beso.

-¿Te duchas conmigo?-dijo entre suspiros.

Me besó con más pasión. Dios, estaba aturdida. ¡Ni que me hubiera emborrachado! No sabía lo que hacía, mi cuerpo seguía sus instintos. Deslizaba mis manos por su torso y su espalda. Él parecía fuera de control, estaba perdiendo la capacidad de contenerse.

-Dijiste que ibas a respetar mis decisiones…-murmuré exhausta

-He cambiado de idea.-murmuró mordiéndome la oreja.

-Ángel…

jueves, 23 de junio de 2011

Te estoy sugiriendo...no , te estoy obligando

-Eres tonto…-le dije en un suspiro, a ras de su boca.

Me besó dulcemente, mientras rodeaba con sus brazos mi cintura. Separó dulcemente sus labios de los míos, para acercar su boca a mi nuca, dándome un pequeño mordisco. Me dio un escalofrío. Coloqué mis brazos alrededor de su cuello y aproximé mi boca a la suya, dejando que fuera él quien me besara.

-¿Puedo pasar, Marina?-dijo una vocecita detrás de la puerta.

Me separé inmediatamente de Ángel, al que se le habían subido un poco los colores.

-¡Escóndete!- grité en un murmullo. Se levantó y miró a su alrededor, como diciendo: ¿Dónde?

Me levanté, cogí su mano y le empujé bajo mi enorme cama. Él me besó, tontamente. Un <<Shh>> se escapó de mis labios, entre una enorme y tonta sonrisa. Me senté de nuevo en mi cama.

-Pasa, Irene.- De nuevo la sonrisa tonta, al pensar que Ángel y yo parecíamos amantes. Él, escondido bajo mi cama y yo aquí, intentando justificar mis actos ante una niña de cuatro años. Impresionante.

-Mamá dice que la cena ya está lista.-dijo mirando de una forma extraña los bajos de mi cama.- ¿Sabes dónde está Ángel? No lo he visto en su habitación.-dijo inocentemente.

-Em…-me puse claramente nerviosa.- No, estará en el baño.

-Gracias, tata.-sonrió.

-Ahora bajo.

Irene salió de mi habitación. Me agaché al lado de mi cama y puse una mano dentro.

-¿Ángel?-dije al no encontrarlo.

De golpe, una mano me arrastró debajo de mi cama, haciendo que no viera nada. Noté unas cálidas manos sobre mi piel.

-¿Tan bien me escondo?- me susurró al oído.

Me apoyé en él, hacía frío allí. Nos pasamos un rato así, bajo mi cama, abrazados.

-Deberíamos salir de aquí, se preocuparán.- le dije.

-Deberíamos, tú lo has dicho.-murmuró a un milímetro de mi boca. Cogió mi cabeza con sus manos y me besó, lentamente. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal.

-En serio…-dije entre dientes. Al fin, tras un par de minutos, o tal vez segundos allí debajo, conseguí ir a cenar.

La cena transcurrió normal, como cualquier otra. Tal vez un poco más alegre por mi recuperación. Conseguí escabullirme antes de que Ángel terminara y me fui rápidamente a mi habitación. Me quité mis zapatos y mi camiseta, reemplazándola por la camiseta del pijama. Deslicé mis pantalones hacia el suelo, lentamente, para ponerme los otros. Me metí en mi cama, muerta de cansancio, apagué la luz. Y me dormí. A las tres de la mañana un roce en mi piel me despertó.

-Perdona, no pretendía despertarte.-dijo la voz de Ángel en la oscuridad.

-No importa.-dije, aún dormida.

-Bueno, ya te dejo dormir, me voy.

-No, quédate.- Todavía no sé porque dije eso.

Él no respondió. De golpe noté el calor de su cuerpo junto al mío.

-Estás ardiendo- le reproché tocando uno de sus brazos.

-Pues yo tengo frío.-dijo suavemente.- Perdona por haberte despertado, no podía dormir.

-No pasa nada, tranquilo. Anda, ven aquí.-Abrí los brazos, invitándolo a abrazarme. –Creo que tienes fiebre.

-No.

-Sí. Y no me seas cabezota, eh.-puse mis labios sobre su frente y, realmente, estaba ardiendo. Si no tenía más de 38 de fiebre... Noté cómo lentamente su respiración se hacía superficial, hasta quedarse dormido. También mis sentidos se estaban adormeciendo, así que cerré los ojos para entrar en el mundo de los sueños.

-¡Espero que os parezca bonito, chicos!-gritó la voz de una mujer.

Abrí los ojos lentamente. La luz me obligó a cerrarlos y volver a abrirlos. Entonces pude ver a Ana cerca de mi cama, con los brazos cruzados y semblante serio, y a Ángel todavía medio dormido a mi lado, en mi cama, desperezándose.

-¿Me lo podéis explicar?-dijo.

Los dos nos despertamos de golpe. Nos miramos entre nosotros.

-No es lo que parece, Ana. Aquí no ha pasado nada…-intentó explicarle Ángel.

-Ya vale, no os quiero oír a ninguno. Ángel, vete a tu habitación, Marina, tenemos que hablar.

Ángel me miró. Se levantó lentamente y salió de allí. Ana se colocó una mano en la frente.

-A ver… Estoy intentando averiguar que hacía un chico en tu habitación, durante la noche. ¿Puedes ayudarme?

-Es Ángel.

-Quien sea.

-Anoche… él no podía dormir y vino aquí. Entonces le invité a quedarse, porque tenía fiebre.

-¿Sabes? Esto ha llegado demasiado lejos. Sois dos adolescentes que viven juntos, con una niña en casa.

-Irene no se enterará de nada.

-Marina, te estoy sugiriendo…No, te estoy obligando a que cortes con él.

Dios, creo que se me quedó una cara de completo pasmo. Me estba piediendo que dejara a mi novio, a Ángel. Antes de que le pudiera responder, salió con un portazo.

domingo, 5 de junio de 2011

Irresistible...

Dios, no me lo puedo creer. Es imposible. ¿Ahora? Le quiero, pero un hospital no es, digamos, el mejor sitio para mi primera vez. Ni mía, ni de nadie. Buff, tengo que decidirme o no podré echarme atrás. Temblorosa, muevo mis manos por su ancha espalda y las coloco sobre sus hombros. Siento que él necesita algo más que esto, algo que no sé si yo quiero. Respira y adelante. Con mis manos en sus hombros y las suyas a punto de desabrocharme el sujetador, lo separo dulcemente. Él emite un pequeño gruñido y, a regañadientes, separa sus manos del cierre.
-No creo que sea el mejor momento-murmuro.
-¿Y cuanto lo será?- parecía un poco enfadado.
Le besé
-Aquí, no.
-¿Prefieres que nos encerremos en el lavabo?-dijo a ras de mi boca.
Tentadora idea. Cambio bruscamente de idea.
-Estamos en un hospital, Ángel. ¿Y si hubiera entrado alguien?
-Se le dice: No es lo que parece, señor. Como en todas las películas.
-Ángel, por favor.
-Vale, vale. –Se levantó y recogió su camiseta, que había acabado en el suelo, al lado de la mía.- Toma.-Me lanzó la mía.
Nada más nos pusimos la camiseta, Ana entró por la puerta. Si no lo hubiera parado, esto habría acabado realmente mal. Le eché una mirada de reproche a él.
-Tenías razón, Ángel. Necesitaba urgentemente un sándwich.-dijo Ana con una sonrisa en la boca.
-¿Cuándo me podré ir, Ana?-le pregunté ansiosa.
-En un par de días, Los médicos quieren tenerte en observación. Seguramente, te darán unas pastillas y tendrás que venir dos veces cada semana.
Resoplé.
-Odio los hospitales, me dan morbo.-Tras decir estas palabras, me dormí un buen rato.
Tres días más tarde, salí del hospital. Ana tenía razón en todo. Bajo el brazo me llevé un buen pote de pastillas y un papel que decía que dos veces a la semana tenía que ir para hacer un control rutinario.
-Por fin en casa.-suspiré cuando entré por la puerta y me tiré a la cama. Me sobresalté a mi misma al usar la palabra “casa” a ese edificio. Me di la vuelta y vi a Ángel apoyado en el marco de la puerta.
-¿Este si es el lugar adecuado?-me preguntó acercándose y besándome el cuello. No lo puede resistir, le besé.- ¿Eso es un sí?- No respondí y, de nuevo, le besé. Era irresistible.
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Ahora que ya me he puesto a escribr, es que ya no puedo parar. Quiero que la historia llegue hasta un punto dramático... No puedo deciros nada más, sólo que sé que el final será realmente triste. (esto me pasa por ponerme a pensar lo que puede pasar en la historia una noche de tormenta...) Bueno pos eso, comentad a ver que os parece!!
Anitah

viernes, 3 de junio de 2011

Te lo prometo, nunca

Alberto salió corriendo de la habitación sin mirar atrás siquiera. No podía respirar, me iba a dar algo. En ese momento, Ángel entró en la habitación. Dio un bote y se acercó a mi cama. El corazón me latía desbocado.

-Marina, respira, tranquila, respira...-acarició mi cabeza. Inspiré lentamente y puse mi mente en blanco.

-Me duele mucho el pecho...-murmuré con dolor.

De golpe, una enfermera y un médico entraron corriendo en la habitación y sacaron a Ángel. Me pusieron una mascarilla de aire y una intravenosa con una botella de suero. Lentamente me tranquilicé, pero me tuvieron que dar una pastilla. Los médicos impidieron la entrada de alguien a mi habitación, así que estuve un par de horas sola. Me dio tiempo a pensar en lo que le diría a Alberto cuando lo viera. Como diría mi madre, hablando en el rey de Roma, por la puerta se asoma. Picó a la puerta y entró sin esperar respuesta.

-¿Porqué estabas con él?- directo al grano, sí señor.

-Hola, Marina, ¿Qué tal estás? Genial. –me hice un monologo yo misma.- Sólo me hadado un ataque al corazón, no es nada…

-Lo siento.-dijo él.

-No lo parece.

Sonrió, bueno, hizo una mueca y se me aproximó. Abrí la boca para decirle que se fuera, que no quería hablar con él, pero aprovechó la oportunidad para plantarme un beso súper pasional, que me dejó sin aliento. Abrí de nuevo los ojos (era de mala educación mirar cuando te besan), lo miré y le planté un bofetón que se debió oír hasta en China, al menos, porque entraron Ángel, que sonrió con suficiencia a Alberto, y Ana, que estaba realmente asustada.

Me incorporé en la cama y me senté, colocando las almohadas tras mi espalda. Ana me abrazó justo a tiempo para que no viera de qué color se me habían puesto los ojos. Mientras la abrazaba, Ángel echó a Alberto de la habitación.

-Tengo miedo, Ana.-confesé. Pero ella sabía que no era por Alberto, si no porque en mi familia alguien había muerto de ataques al corazón.

-Tranquila, cariño, no te pasará nada.-la abracé más fuerte, mientras sollozaba entre sus brazos.

-Ana, deberías comer algo –dijo Ángel un rato más tarde –Yo me quedaré con ella, tranquila, no le pasará nada.

Ana salió de la habitación y yo me quedé con él.

-Tengo miedo- le dije a él – tengo miedo de no salir de aquí, de no volver a verte…

-Nunca, ¿vale?, nunca.-dijo des de la silla.

-Abrázame, por favor, abrázame…-volvía llorar, ahora por todo: por Alberto, por Ángel, por mis dudas hasta ahora no resueltas, por todo el daño que había provocado…

Y él me abrazó, dejando que le manchara la camiseta de lágrimas, que llorara hasta no poder más y sollozara.

-Marina.-me llamó.- Marina…-Levantó mi cabeza, hasta que me perdí en su mirada. – TE QUIERO.- Si así, en mayúscula, cursiva, negrita y subrayado. Sollocé de nuevo. Se acercó más a mí y me besó. Se deslizó a mi oreja en la que repitió esas palabras.- TE QUIERO.- Me recorrió un escalofrío. Besó mi cuello. Otra vez- TE QUIERO.-Besó mi pelo. De nuevo- TE QUIERO. – Besó mi frente y una última…- TE QUIERO.- y regresó a mi boca.

 Estaba en total estado de shock. Me abrazó fuertemente. Separé mis labios de los suyos y apoyé mi frente en la suya. Ahhh, que bonitos son sus ojos…

-Nunca te vayas, por favor. –musité.

-Nunca, nunca, te lo prometo.

Esta vez le besé yo, lentamente. Se sentó sobre mi cama y siguió besándome, más pasionalmente. Me recosté ligeramente en el cabezal de la cama y él me siguió, acabando en horcajadas sobre mí y con una mano entre mi ropa. ¿Ahora?, ¿Ha llegado el momento? Todo parecía indicar que así era. Me dejé llevar por esa pequeña corriente que me transmitían sus manos sobre mi piel. Coloqué mis manos, muy despacio, bajo su camiseta y la pasé por sus abdominales marcados y por su espalda ancha. De pronto, pareció decidido y, mientras me besaba, se quitó la camiseta. Se zambulló de nuevo en mis labios, que estaban confusos. Parecía que me hubiera tomado alguna droga, y todo mi cuerpo vibraba en sintonía a lo que sentía, estaba realmente ardiendo. Ángel colocó de nuevo sus manos bajo mi camisa blanca, de hospital, y empezó a levantarla suavemente, hasta que acabó quitándomela. Me quedé en sujetador y con un fino pantalón, también blanco, delante de él. Pasó la mano por mi espalda y se detuvo en el cierre de mi sujetador. ¿Ahora?, ¿Iba a pasar de verdad?
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Siento mucho no haber escrito en todo este tiempo, es que tuve muchos exámenes, la avaluación pasada fue un verdadero desastre, así que tenia que esforzarme y todo eso... Al final, con cumpleaños, fiestas, exámenes y deberes no he escrito en meses... Pero he seguido leyendo todas las historias. (¡¡¡me encanta que tres de tres haya vuelto!!!) Bueno, hoy me encontraba un poco rara y diferente (pork el jueves me voy a port aventura con el cole) y como estaba hablando con un amigo (sólo es un amigo, ehh) sobre el tema este de las parejitas, del amor y todo lo que conlleba, he pensado, ¿Sí?, pues ahora voy a escribir un capítulo sobre esto!.
Espero que os guste, comentar plis!
Anitahh

martes, 29 de marzo de 2011

El hospital

Notaba unas sabanas rozándome la piel, una mano que cogía la mía y la besaba, una preciosa voz que me decía que despertara… Pero yo no podía abrir los ojos, me era imposible… Hasta que sentí unos deliciosos labios besándome. Abrí los ojos lentamente, como la Blancanieves. Pude ver una habitación blanca, con un chico a mi lado, cogiéndome dulcemente la mano.
-¿Ángel?-dije en un suspiro.
-Ma-rina-tartamudeó.- ¡Marina!-se repitió para podérselo creer.
Me acerqué a su cuerpo y lo abracé con las pocas fuerzas que tenía.
-No me lo puedo creer… ¡estás bien!
-Sí… ¿Qué me ha pasado?
-Te desmayaste en medio de la calle y te diste un buen golpe en la cabeza. Suerte que me apresuré a llamar a la ambulancia…
-¿Tú?, ¿Me encontraste tú?
-Sí. Cuando… Bueno, cuando saliste corriendo te seguí y me dio tiempo a ver cómo te caías al suelo.
-Gracias, Ángel. Lo siento-dije en un susurro.
-Shh, no hace falta…-dijo a un centímetro de mi boca.- no digas nada…
Cuanto más se acercaba, más se oía al monitor pitar. Se me estaba acelerando el pulso. 70, 80, 90, 100…Pi-pi-pi-pi… Ángel sonrió.
Sentí de nuevo sus labios y, en ese instante, la puerta se abrió de golpe. Ángel se separó de un salto. En la puerta estaba Alberto con una enfermera.
La enfermera se acercó, alarmada por los pitidos que se oían por toda la habitación.
-¿Te encuentras bien?-asentí ligeramente.- no quiero ser indiscreta, pero ¿has besado a ese chico?-mi cara enrojeció al instante.
-No me extraña que se te haya acelerado el corazón, es muy guapo-me dijo ella al oído antes de irse.
Me quedé a solas con los dos en la habitación. Los ojos de Ángel me decían que me perdonaría todo lo que hubiera hecho mal, lo de Alberto se arrepentían por todo lo que había pasado yo, según él, por su culpa.
-Yo…-dijimos los tres a la vez. Todos cerramos la boca de golpe. Se percibía una  extraña sensación en la habitación 145.
-Me voy.-dijo Ángel.- Iré a contarle a Ana que ya estás bien.- y salió sin mirar atrás.
Comprendió que yo debía hablar con Alberto, decirle adiós de una vez por todas.
Los dos estuvimos callados unos instantes, intentando no cruzar nuestras miradas. Le miré a los ojos, era imposible no hacerlo. Eran preciosos, el espejo de su alma. Estaba triste y arrepentido, se le notaba hasta en los gestos que hacía. Pensé un instante y le pregunté a mi corazón que deseaba, con quien se quería quedar. Cerré los ojos y me concentré en ello. Sólo me vino una frase a la cabeza: “te queda muy bien el uniforme”. Abrí los ojos de golpe, ya segura de lo que iba a hacer.
-Alberto, yo… -me atragantaba con las palabras.- Te vi con ella. Me mentiste.
-¿Con quién?
-Te vi con Teresa… besándola.-dije con una lágrima deslizándose por mi mejilla.
-No la estaba…ella no…-intentó explicar.- Su hermano había muerto.-dijo de sopetón.
¡Pum! Cómo un disparo en el pecho. El monitor se descontroló, era imposible contar los numerosos pip que emitía.
-Joder…yo… lo siento mucho…-dije en un suspiro
Me colocó una mano en la frente, intentando asegurarse que me calmaba un poco. Las emociones estaban a flor de piel. Sentí un escalofrío y de nuevo un pinchazo, mucho más fuerte esta vez. Empecé a respirar dificultosamente, el monitor enloqueció mientras Alberto no sabía qué hacer, estaba paralizado.

2a temporada

Bueno, bueno...
Gracias por esperar que una servidora escribiera. Ya tengo preparados algunos capitulos... La inpiración me volvió de golpe. He leido un montón de blogs para que volviera...y lo he conseguido!!!1
Espero que os gusten mucho!!!
Con vosotras... la nueva temporada de "Te veré allí"
xd
Anitah!!

sábado, 12 de marzo de 2011

New blog

Hola a todos!
En esta entrada no voy a publicar, sólo queria informaros que he hecho otro blog (prometo solemnemente que no lo borraré ni por error XD),
http://sumidaentuscaricias.blogspot.com/
Es menos tragico que la historia de Marina, un poco más parecido a mi vida, o a lo que quisiera que fuera... Intentaré escrivir en los dos, cosa que seguramente me será dificil, ya que mi tutora me va a sacar de quicio...
Publicaré esperando vuestros comentarios!!
Muchos besos (K)
Anna

domingo, 27 de febrero de 2011

¡Olvídame!

Salimos de casa a las 4 y media, ya que tardaríamos un poco en llegar. Subí a la parte trasera de la moto y me agarré muy fuerte a Ángel, tenía un poco de miedo. Cerré los ojos, me sentí suspendida en el aire y en el tiempo, sin poder abrir la boca para hablar, cómoda.
-Marina, ¿no te habrás dormido, verdad?-abrí los ojos de golpe.
Miré a mí alrededor y pude ver mi antiguo colegio, me vinieron a la mente un millón de recuerdos.
-Estoy despierta.-le dije intentando sonreír.
-¿Quieres entrar o nos esperamos aquí?
-Entrar.- Pasé entre los muros de lo que había sido mi colegio y me senté sobre las gradas, aquellas mismas donde me había arrepentido de salir corriendo después de besar a Alberto por primera vez.
-Veo que cumples tus promesas, fea-dijo una voz femenina a mis espaldas. La reconocí al instante.
-¡Vero!-grité abrazándola.
-Te he echado de menos…-dijo sin separarse de mí.
-Hola, guapa- dijo Elena detrás. Nos abrazamos las tres.
-¿Y yo, que? ¿No cuento, no?-se molestó entonces a Andrea.
-¡Que sí! Ven aquí, anda- Nos rodeamos todas y nos abrazamos.
-Te hemos echado de menos…Eh… ¿y este chico?
-Es mi… hermano, bueno, hermanastro, ¿no?-le miré interrogante.
Asintió, intentando sonreír, pero tenía los ojos tristes.
-Em…-me quedé paralizada- Estas son mis amigas.
-Déjame que adivine…Tú eres Verónica,-dijo señalando correctamente a la más movida del grupo- tú Elena –señaló a la más ligona del grupo.- y tú Andrea- la chica enrojeció, era la más tímida. El grupo silbó y aplaudió su determinación.
-Me gusta tú hermano, Marina-dijo Elena.-Está bueno…
-Tú lo has dicho, MI hermano-dije recalcándolo.
-Ni que fuera tu novio, chica…-dijo Verónica. Yo me puse roja y él miró hacia otro lado.
- ¿Sois…?
Ángel me miró y yo le di permiso con la mirada.
-Sí. Somos novios.-confirmó. Las chicas me miraron con un gesto de dolor y señalaron a mis espaldas... Me giré lentamente para ver lo que esperaba. ¡Era él! Las chicas se fueron para dejarme con ellos.
-Veo que te has olvidado pronto de mí…-dijo con los ojos rojos.
-Alberto, yo no…-tartamudeé.
-No, no quiero oír tus explicaciones. Me voy.-dio media vuelta, pero se volvió.- ¡Olvídame! ¡Ah, no, que eso ya lo has hecho!-Gritó con todo el dolor de su alma y salió corriendo.  Intenté ir detrás de él, pero algo me detuvo.
-Suéltame, Ángel- dije al borde de las lágrimas –lo tengo que arreglar…
-No, no te voy a dejar ir.-dijo con enfado en la cara- No voy a dejar que te hagas daño por ese chico.
-Yo me lo quiero hacer. Tú no me lo puedes impedir.-dije, ya llorando.
-¡No sólo te vas a hacer daño tu! ¡¿Yo no cuento?!
-Sí. ¡¡Pero yo le quiero!!- le grité a la cara.
Me deshice de mis “esposas” y salí corriendo tras Alberto. No lo alcanzaba. Dejé de correr y giré por la primera calle que vi, rompí en sollozos. ¡Era Alberto! Estaba…Estaba besando a Teresa y la abrazaba… ¡No me lo podía creer! Empecé a correr sin dirección fija, mirando al suelo para evitar que nadie me reconociera ni se diera cuenta de que estaba llorando.
De repente, frené en seco. Había llegado a una placita muy bonita, que casi nadie conocía. La plaza de los besos, así la llamaba yo. Era la plaza donde me había besado por primera vez con un chico, con Héctor, mas tarde con Miguel y luego con Alberto. Y también era la plaza donde se había acabado con Héctor y con Miguel.
Me senté en el banco dónde había empezado todo. Y seguí llorando, desconsolada. No podía con todo aquello, no podía…
De repente, el corazón se me paró en seco y caí desmayada al suelo.
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Como compensación a no haber colgado nada durante la semana, ¡doble ración de capitulos!
Espero que os guste. Se ha quedado con mucho misterio... A esta chica le pasa de todo. Pronto descubrireis que le pasará....k misterio...xd
Anitah!

Te quiero...

-Bueno yo me voy por aquí…-besó a Irene en la mejilla.-Adiós preciosa-me besó en los labios.
-A-Adiós, Ángel.
Proseguimos nuestro camino y llegamos muy rápido, demasiado para mí gusto. Saludé a mi compañera.
-Hola, María. Gracias por darle los deberes a mí… hermano- sonaba raro llamarlo así.
-De nada, no me costó.-hubo un pequeño silencio- Sabes quién es un tal Mario?
-Em.…-pensé- creo que no, pero me suena…
-Es ese -me señaló a un chaval alto, rubio y con ojos claros.-ayer, me dijo… que está enamorado de ti.
-¿En serio?-ella asintió
- Me lo dijo porque… bueno, es mi hermano. Nos lo contamos todo.-Me sorprendí.
-¿Es tu hermano? No os parecéis mucho…
-Ya, en el físico no, pero en personalidad… nos gustan las mismas cosas
-Bueno, yo no le conozco, no puedo saber si me gusta… ¿Me lo presentas?
-Claro.-Se levantó y yo le seguí.- ¡Mario!- el chaval rubio se dio la vuelta.-esta es Marina.
-Encantada-le di dos besos.
-Em… igualmente-Lanzó una mirada fulminante a su hermana, que me susurró al oído.
-Es un poco tímido, ya lo conocerás.-Es ese momento entró la profe de mates, lo que me recordó que no había hecho los ejercicios. Me presenté ante ella y se lo dije.
-Que no vuelva a pasar, señorita. A su sitio, y esté atenta.
Las horas me pasaron lentas. ¡Por fin sonó el timbre! Ansiada libertad. Miré mi libreta. No había tomado ni un apunte y dentro de poco había un examen. Me había pasado toda la hora escribiendo sus nombres…Alberto y Ángel. La cerré rápidamente intentando pensar en otra cosa y fui a buscar a Irene.
-¡Ana! Hemos llegado-dije entrando en casa. Me fui a mi habitación y encendí mi ordenador mientras vaciaba la mochila. Página del tuenti. Un ligero sonido, demasiado caracteristico…
<<Hola princesita>>
Alberto…Siempre tan oportuno
<<Hola Alberto>>
<<¿k tal?>>
<<Bien y tu?>>
<<Mejor…>>
<<Esta tarde me paso por el colegio.>>
<<No tienes clase?>>
<<No, esto es muy diferente>>
<<Bueno, espero verte guapissima>>
<<Puedes dejar de llamarme así? No tengo 5 años>>
<<Perdona…>>
-¡A comer!-gritó Ana des de la cocina.
<<Me voy. Espero verte>>
<< Adiós, TK>>
Apago el ordenador. ¿Porque lo ha dicho? ¿Porque lo ha tenido que decir?...Una lágrima resbala lenta por mi mejilla. Me levanto y me limpio esa lagrima traicionera. Bajo rápido las escaleras. Están todos sentados, creo que no se han dado cuenta… Pero me equivoco. Ángel se ha dado cuenta.
-¿Estas bien?-me susurra cuando me levanto a llevar mi plato a la cocina.
-Sí, tranquilo.
-¿Has llorado, verdad?-le miro a los ojos. Parecen sinceros y preocupados. Le asentí.-Es por ese chico, ¿no?-Aparté mi mirada. Él sonrió amargamente- Eso es un sí…
-Pero yo … Ángel…- se acercó a mí peligrosamente.
-Yote quiero, yo...-frenó en seco- pero si ese chico te afecta tanto debe significar algo para ti, aunque no lo quieras admitir.
-Yo, no…
-Olvídalo, ¿vale?-respondió evitando mi respuesta
-¿Vas a salir esta tarde?-dijo Ana a mis espaldas.
-Sí, voy a visitar mi anterior colegio.
-¿Por qué no te acompaña Ángel?
-Bueno… llegaría antes.
-Te acompaño entonces.-me sonrió él.
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Perdón por haber tardado en colgar este capítulo eske me han pasado muchas cosas buenas :D No me podía inspirar para escribir,la realidad superaba a la ficción.
I'm sorry
Anitah!