viernes, 3 de junio de 2011

Te lo prometo, nunca

Alberto salió corriendo de la habitación sin mirar atrás siquiera. No podía respirar, me iba a dar algo. En ese momento, Ángel entró en la habitación. Dio un bote y se acercó a mi cama. El corazón me latía desbocado.

-Marina, respira, tranquila, respira...-acarició mi cabeza. Inspiré lentamente y puse mi mente en blanco.

-Me duele mucho el pecho...-murmuré con dolor.

De golpe, una enfermera y un médico entraron corriendo en la habitación y sacaron a Ángel. Me pusieron una mascarilla de aire y una intravenosa con una botella de suero. Lentamente me tranquilicé, pero me tuvieron que dar una pastilla. Los médicos impidieron la entrada de alguien a mi habitación, así que estuve un par de horas sola. Me dio tiempo a pensar en lo que le diría a Alberto cuando lo viera. Como diría mi madre, hablando en el rey de Roma, por la puerta se asoma. Picó a la puerta y entró sin esperar respuesta.

-¿Porqué estabas con él?- directo al grano, sí señor.

-Hola, Marina, ¿Qué tal estás? Genial. –me hice un monologo yo misma.- Sólo me hadado un ataque al corazón, no es nada…

-Lo siento.-dijo él.

-No lo parece.

Sonrió, bueno, hizo una mueca y se me aproximó. Abrí la boca para decirle que se fuera, que no quería hablar con él, pero aprovechó la oportunidad para plantarme un beso súper pasional, que me dejó sin aliento. Abrí de nuevo los ojos (era de mala educación mirar cuando te besan), lo miré y le planté un bofetón que se debió oír hasta en China, al menos, porque entraron Ángel, que sonrió con suficiencia a Alberto, y Ana, que estaba realmente asustada.

Me incorporé en la cama y me senté, colocando las almohadas tras mi espalda. Ana me abrazó justo a tiempo para que no viera de qué color se me habían puesto los ojos. Mientras la abrazaba, Ángel echó a Alberto de la habitación.

-Tengo miedo, Ana.-confesé. Pero ella sabía que no era por Alberto, si no porque en mi familia alguien había muerto de ataques al corazón.

-Tranquila, cariño, no te pasará nada.-la abracé más fuerte, mientras sollozaba entre sus brazos.

-Ana, deberías comer algo –dijo Ángel un rato más tarde –Yo me quedaré con ella, tranquila, no le pasará nada.

Ana salió de la habitación y yo me quedé con él.

-Tengo miedo- le dije a él – tengo miedo de no salir de aquí, de no volver a verte…

-Nunca, ¿vale?, nunca.-dijo des de la silla.

-Abrázame, por favor, abrázame…-volvía llorar, ahora por todo: por Alberto, por Ángel, por mis dudas hasta ahora no resueltas, por todo el daño que había provocado…

Y él me abrazó, dejando que le manchara la camiseta de lágrimas, que llorara hasta no poder más y sollozara.

-Marina.-me llamó.- Marina…-Levantó mi cabeza, hasta que me perdí en su mirada. – TE QUIERO.- Si así, en mayúscula, cursiva, negrita y subrayado. Sollocé de nuevo. Se acercó más a mí y me besó. Se deslizó a mi oreja en la que repitió esas palabras.- TE QUIERO.- Me recorrió un escalofrío. Besó mi cuello. Otra vez- TE QUIERO.-Besó mi pelo. De nuevo- TE QUIERO. – Besó mi frente y una última…- TE QUIERO.- y regresó a mi boca.

 Estaba en total estado de shock. Me abrazó fuertemente. Separé mis labios de los suyos y apoyé mi frente en la suya. Ahhh, que bonitos son sus ojos…

-Nunca te vayas, por favor. –musité.

-Nunca, nunca, te lo prometo.

Esta vez le besé yo, lentamente. Se sentó sobre mi cama y siguió besándome, más pasionalmente. Me recosté ligeramente en el cabezal de la cama y él me siguió, acabando en horcajadas sobre mí y con una mano entre mi ropa. ¿Ahora?, ¿Ha llegado el momento? Todo parecía indicar que así era. Me dejé llevar por esa pequeña corriente que me transmitían sus manos sobre mi piel. Coloqué mis manos, muy despacio, bajo su camiseta y la pasé por sus abdominales marcados y por su espalda ancha. De pronto, pareció decidido y, mientras me besaba, se quitó la camiseta. Se zambulló de nuevo en mis labios, que estaban confusos. Parecía que me hubiera tomado alguna droga, y todo mi cuerpo vibraba en sintonía a lo que sentía, estaba realmente ardiendo. Ángel colocó de nuevo sus manos bajo mi camisa blanca, de hospital, y empezó a levantarla suavemente, hasta que acabó quitándomela. Me quedé en sujetador y con un fino pantalón, también blanco, delante de él. Pasó la mano por mi espalda y se detuvo en el cierre de mi sujetador. ¿Ahora?, ¿Iba a pasar de verdad?
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Siento mucho no haber escrito en todo este tiempo, es que tuve muchos exámenes, la avaluación pasada fue un verdadero desastre, así que tenia que esforzarme y todo eso... Al final, con cumpleaños, fiestas, exámenes y deberes no he escrito en meses... Pero he seguido leyendo todas las historias. (¡¡¡me encanta que tres de tres haya vuelto!!!) Bueno, hoy me encontraba un poco rara y diferente (pork el jueves me voy a port aventura con el cole) y como estaba hablando con un amigo (sólo es un amigo, ehh) sobre el tema este de las parejitas, del amor y todo lo que conlleba, he pensado, ¿Sí?, pues ahora voy a escribir un capítulo sobre esto!.
Espero que os guste, comentar plis!
Anitahh

2 comentarios:

  1. yo tambien estaba deseando q siguieras con la historia!! no sabes las ganas q tenia de leer mas :)
    se esta poniendo super interesante
    que pasara en el proximo!!!
    Bsoos

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  2. Me encanta!! Te a salido muy bn la historia, la he comenzado a leer hoy y ya voy por aqui!!!
    Tu si que sabes, y que romanticaa...

    besos xd
    Criss!!

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