martes, 29 de marzo de 2011

El hospital

Notaba unas sabanas rozándome la piel, una mano que cogía la mía y la besaba, una preciosa voz que me decía que despertara… Pero yo no podía abrir los ojos, me era imposible… Hasta que sentí unos deliciosos labios besándome. Abrí los ojos lentamente, como la Blancanieves. Pude ver una habitación blanca, con un chico a mi lado, cogiéndome dulcemente la mano.
-¿Ángel?-dije en un suspiro.
-Ma-rina-tartamudeó.- ¡Marina!-se repitió para podérselo creer.
Me acerqué a su cuerpo y lo abracé con las pocas fuerzas que tenía.
-No me lo puedo creer… ¡estás bien!
-Sí… ¿Qué me ha pasado?
-Te desmayaste en medio de la calle y te diste un buen golpe en la cabeza. Suerte que me apresuré a llamar a la ambulancia…
-¿Tú?, ¿Me encontraste tú?
-Sí. Cuando… Bueno, cuando saliste corriendo te seguí y me dio tiempo a ver cómo te caías al suelo.
-Gracias, Ángel. Lo siento-dije en un susurro.
-Shh, no hace falta…-dijo a un centímetro de mi boca.- no digas nada…
Cuanto más se acercaba, más se oía al monitor pitar. Se me estaba acelerando el pulso. 70, 80, 90, 100…Pi-pi-pi-pi… Ángel sonrió.
Sentí de nuevo sus labios y, en ese instante, la puerta se abrió de golpe. Ángel se separó de un salto. En la puerta estaba Alberto con una enfermera.
La enfermera se acercó, alarmada por los pitidos que se oían por toda la habitación.
-¿Te encuentras bien?-asentí ligeramente.- no quiero ser indiscreta, pero ¿has besado a ese chico?-mi cara enrojeció al instante.
-No me extraña que se te haya acelerado el corazón, es muy guapo-me dijo ella al oído antes de irse.
Me quedé a solas con los dos en la habitación. Los ojos de Ángel me decían que me perdonaría todo lo que hubiera hecho mal, lo de Alberto se arrepentían por todo lo que había pasado yo, según él, por su culpa.
-Yo…-dijimos los tres a la vez. Todos cerramos la boca de golpe. Se percibía una  extraña sensación en la habitación 145.
-Me voy.-dijo Ángel.- Iré a contarle a Ana que ya estás bien.- y salió sin mirar atrás.
Comprendió que yo debía hablar con Alberto, decirle adiós de una vez por todas.
Los dos estuvimos callados unos instantes, intentando no cruzar nuestras miradas. Le miré a los ojos, era imposible no hacerlo. Eran preciosos, el espejo de su alma. Estaba triste y arrepentido, se le notaba hasta en los gestos que hacía. Pensé un instante y le pregunté a mi corazón que deseaba, con quien se quería quedar. Cerré los ojos y me concentré en ello. Sólo me vino una frase a la cabeza: “te queda muy bien el uniforme”. Abrí los ojos de golpe, ya segura de lo que iba a hacer.
-Alberto, yo… -me atragantaba con las palabras.- Te vi con ella. Me mentiste.
-¿Con quién?
-Te vi con Teresa… besándola.-dije con una lágrima deslizándose por mi mejilla.
-No la estaba…ella no…-intentó explicar.- Su hermano había muerto.-dijo de sopetón.
¡Pum! Cómo un disparo en el pecho. El monitor se descontroló, era imposible contar los numerosos pip que emitía.
-Joder…yo… lo siento mucho…-dije en un suspiro
Me colocó una mano en la frente, intentando asegurarse que me calmaba un poco. Las emociones estaban a flor de piel. Sentí un escalofrío y de nuevo un pinchazo, mucho más fuerte esta vez. Empecé a respirar dificultosamente, el monitor enloqueció mientras Alberto no sabía qué hacer, estaba paralizado.

1 comentario:

  1. lo de “te queda muy bien el uniforme” lo dijo Ángel no¿? ay q bien q lo va a elegir a el!!!!!! (L)
    1Bsoo

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